La crisis sanitaria como la del COVID-19, suelen ser causa y efecto de cambios económicos a nivel mundial.
A la llamada “Plaga de Justiniano”, del siglo VI, siguió el derrumbe definitivo del imperio romano. La peste negra, del siglo XIV, importada desde Asia a Italia, vía el comercio marítimo, marcó el derrumbe del sistema feudal en Europa y la muerte de 85 millones de habitantes, como consecuencia.
La llamada “Gripe española” de 1918, marcó el inicio de un nuevo orden económico planetario: el llamado neoliberalismo, que se concretó hasta la Segunda Guerra Mundial con los acuerdos del Bretton Woods, impulsados a su vez por la gran depresión de 1929 en Estados Unidos.
Históricamente, el ciclo crisis financiero-guerra comercial-crisis sanitaria, anuncia el fin de una época económica y la emergencia de un nuevo orden social, de un nuevo orden a escala mundial.
El anuncio de ayer del Gobierno de China, de que abandona el dólar como patrón de sus intercambios comerciales y en su lugar coloca una moneda digital: e-RMB, se inscribe en esa cadena de cambios por venir.
Aún es muy temprano para definir cómo será el nuevo orden mundial del COVID-19. Pero lo que sí es un hecho, es que el modelo económico paradigmático fundado por Bretton Woods y reforzado por el neoliberalismo de Reagan y de Thatcher, se acabó y se agotó.
Muy probablemente veamos el resurgimiento de políticas económicas que apuestan a los mercados internos sobre los globales, a una injerencia mayor del Estado en la economía y en el gasto de inversión, sin llegar a abandonar por completo los procesos de globalización y de comercio internacional.
Sin embargo, habrá aspectos y elementos del orden mundial actual, que deberán rescatarse y que deberán continuarse y reforzarse. Uno de ellos es la innovación tecnológica y el desarrollo de las tecnologías de la información, de la comunicación; que han demostrado su eficacia y utilidad no sólo en la vida económica, cultural y educativa; sino en el control de la pandemia misma.
Los países que han logrado domar los efectos masivos y lascivos del COVID-19 tienen, por común denominador, el uso intensivo de este tipo de tecnologías de la información: desde el registro de los primeros casos, hasta el monitoreo, rastreo, confinación y atención en campo de las víctimas de esa enfermedad.
Desde aplicaciones personales para el diagnóstico temprano, hasta la operación de contact center; desde los monitoreos en tiempo real, de la movilidad de personas y transporte, hasta el uso de drones de vigilancia epidemiológicos.
Desde la preparación de recursos críticos de medicina preventiva, hasta la proyección de modelos de mayor intervención. El internet, la inteligencia artificial, que han venido a revolucionar la tecnología de la información y que ahora se disputan con la banda 5G.
En el nuevo orden mundial post-coronavirus, nuestro país puede tomar ventaja si desde hoy invierte en innovación y desarrollo, y garantiza el acceso al internet a un mayor número de personas, para enfrentarnos a este tipo de pandemia.
No lo olvides, México resurgirá. Vamos a levantarnos y México será, de nueva cuenta, el país que todos deseamos y que todos queremos.