Bienvenidos a la Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y en recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar.
Bienvenida la Comunidad Judía.
Bienvenida la familia de este hombre extraordinario, diplomático y altruista indiscutible.
Como presidente de la Junta de Coordinación Política, me toca el honor de hacer el acto inaugural.
Como ven, estamos aquí en esta sede, vacía, para hacer caso de las recomendaciones sanitarias.
Bienvenido arquitecto Marcos Shabot, quien es el presidente del Comité Central de la Comunidad Judía de México y buen amigo de un servidor.
Saludo con respeto al Excelentísimo Señor Zvi Itzhak Tal, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Estado de Israel en México.
También, bienvenido el Excelentísimo Señor Peter Tempel, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Federal de Alemania en nuestro país, en México.
También, le doy la bienvenida al Excelentísimo Señor Maciej Ziętara, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Polonia en México.
Bienvenida, también, toda la Comunidad Judía.
Y saludo con respeto a los senadores y senadoras que nos acompañan y que se han conectado por esta vía digital, que cada vez es más ordinaria y que la usamos de manera cotidiana.
Distinguidos liderazgos de la Comunidad Judía en México.
Estimados y queridos estudiantes del Colegio Israelita ORT.
Señoras y señores:
Muchas gracias por estar presente en este evento tan significativo para la humanidad.
A 76 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, se va extinguiendo la vida de las mujeres y los hombres que vivieron esta tragedia: el Holocausto. Y con ellos se van la memoria viviente, las imágenes en color, pero también en blanco y negro, las voces que en ese momento se reprodujeron por doquier.
De ahí la importancia de actos como éste en el Senado de la República, que año con año, desde hace décadas, se avocan y evocan para impedir que la llama de la memoria se apague o se extinga.
Por eso, también, resulta conmovedor, o conmovedores, y necesarios los esfuerzos como los de la memoria, o los del memorial de Auschwitz, en redes sociales, en vías digitales, que ponen nombre y cara a las víctimas del Holocausto, para no permitir que se esfumen, que se dispersen como heroínas y como héroes anónimos.
En todas las tragedias es fundamental recuperar el rostro de la humanidad que se pierde lamentablemente y se ignora cada víctima de estas tragedias.
Ello impide que nos obnubile los números y de paso a que nos cautiven las historias y la filantropía de las personas que hicieron época, historia y ejemplo.
Este año, el tema central elegido internacionalmente para la conmemoración del Holocausto, es el de los rescates y la sociedad en un mundo en desintegración.
Las historias de los rescates de judíos y de judías, por judíos, y de judías por gentiles son extraordinarios, sobre todo cuando la situación natural en aquellos momentos de persecución y hostigamiento, había sido que las personas se ocuparan de salvarse a sí mismo; o bien, a sus familias prioritariamente, a sus amistades, y lamentablemente a sus bienes y a sus riquezas.
Extenderle la mano al otro significaba un peligro inminente para sus vidas. El valor de la solidaridad en momentos de crisis como éste, en momentos de guerra, en momentos de Holocausto, o como actualmente vivimos en momentos de pandemia, le da un sentido especial a la máxima del sabio Gilbert: “si yo soy sólo para mí, qué soy yo”.
En momentos de crisis, de turbulencias, es cuando el ser humano muestra su grandeza. La familia que esconde a otra en una barandilla para salvarla del peligro, es encomiable.
La mujer que espera al niño que se escabulla todas las noches del Gueto para compartirle comida a otros semejantes, el hombre que ayuda a una madre y a su hija a cruzar la frontera para escapar de la furia nazi, es admirable.
Ahí está también la solidaridad de las instituciones y la solidaridad del personal diplomático que arriesgó no sólo su vida, que es lo más importante; arriesgó su carrera, arriesgó obviamente todo su prestigio formal para expedir salvoconductos y permitir que las personas que estaban siendo perseguidas pudieran salir de ese infierno y llegar a puerto seguro.
Hoy, en este acto conmemorativo, recordamos también, fundamentalmente, a un hombre, a don Gilberto Bosques Saldívar, el Cónsul mexicano en Marsella, que ayudó a través de visas y salvoconductos a miles, a más de 40 mil personas perseguidas por el nazismo y el franquismo y que encontraron refugio fuera de esa pesadilla viviente, de ese infierno.
Frente a la pandemia que hoy nos azota, que nos infunde grandes miedos y nos llena de incertidumbre sobre el futuro, debemos recordar que hubo episodios en la historia cuando el miedo y la incertidumbre eran infinitamente terribles.
No quiero comparar si más o menos, sólo ellos podrían saberlo, los que vivieron y los que estamos viviendo.
Una de ellas es la época de la Segunda Guerra Mundial, que amenazaba la vida de toda la humanidad y que, por momentos, mientras los ejércitos de Hitler avanzaban, se consumían vidas y amagaban con borrar todo rastro de civilización, de personas a las que consideraban indignas y no puras.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la palabra esperanza había perdido todo sentido.
Hoy, en esta pandemia, la ciencia, en forma de vacunas, vuelve a encender la esperanza.
La pandemia es una tragedia, pero también la humanidad ha vivido tragedias. Leamos y releamos las historias del Holocausto.
Hoy, la solidaridad tiene un peso específico; la solidaridad con el personal de enfermería, paramédicos y con los doctores, camilleros y personal de salud que llevan meses poniendo en peligro sus vidas para salvar a los miles de contagiados, debe de ser por todos aplaudido, encomiable y reconocible.
Decenas de miles de personas que enferman de COVID-19, les expresamos nuestra solidaridad; y nuestro más sentido pésame a quienes han perdido la vida, pero también nuestra preocupación por los que han perdido su trabajo, su negocio, que tenemos que rescatarlos.
Para asegurar que las vacunas sean un bien común y que pertenezca a toda la humanidad y llegue a cada ser humano, se requieren gobiernos solidarios, con personas, con gobernantes solidarios como en México, el licenciado López Obrador.
Hoy como ayer, la solidaridad es un valor que refleja la esencia humana en momentos como éste, cuando esta pandemia ocupa nuestra preocupación y nuestro pensamiento en todo el mundo, nuestro terror, temor o miedo, les exhorto a que lo enfrentemos con toda energía.
Vamos a salir adelante. Es importante no perder de vista la historia de las grandes tragedias.
Hoy recordamos la historia del Holocausto y a un gran hombre: a Gilberto Bosques.
La lección de solidaridad y humanidad que nos proyecta y que nos proyectó, debe de ser ejemplo para todos.
Los saludo a todos y a todas.
Agradezco que nos acompañen en esta conmemoración.