Quisiera dar unos comentarios, señalamientos básicos sobre el panorama de energía nacional, antes de darle la palabra a la secretaria, ingeniero Rocío Nahle.
En las anteriores Administraciones, se debilitó intencionalmente a las empresas estatales, me refiero a empresas de energía como lo es PEMEX y sus filiales; así como la Comisión Federal de Electricidad.
En el caso de PEMEX, con una carga fiscal confiscatoria de más del cien por ciento de su rendimiento de operación, mientras que a la CFE se le condenó a asumir costos de operación del sistema eléctrico nacional, para beneficio de los competidores privados.
Hoy se unen las voces que afirman que gracias a las pérdidas de las empresas nacionales, argumentan que PEMEX y CFE son inviables, siendo ellos, o sea los anteriores, responsables de su estado de deterioro y de la enorme deuda; sin dejar de lado que los últimos 18 años fueron los que mayor precio y la mayor producción petrolera en el mercado, bueno, el mercado del petróleo.
Recordemos que del 2000 al 2018, se realizó la mayor producción de petróleo en este país y se tuvo el promedio de precio internacional mayor; lo cual le dejó al Estado una renta petrolera que entró a la Secretaría de Hacienda, de más de 700 mil millones de dólares.
Esa es la realidad de las cosas, de lo que pasó del 2000 al 2018, y también se contó con los mayores niveles de producción.
Gracias a lo señalado anteriormente, nos podemos percatar de que el sector energético de nuestro país enfrenta el día de hoy, una dependencia importante de las importaciones de gasolinas y de gas natural, desde los Estados Unidos, que lo hemos señalado en contadas ocasiones en ruedas de prensa, reuniones de esta Comisión y ante los diferentes medios y conferencias que se han dado.
En México, más del 80 por ciento del gas natural es importado de los Estados Unidos, por el abandono del desarrollo de los yacimientos gasíferos. Y, de la misma forma el consumo nacional de gasolinas dependen más de un 50 por ciento de las importaciones, a pesar de que nuestro país ha contado con la capacidad desde que se inició la producción de crudo para producir todos los refinados que requiere el mercado nacional.
Es inconcebible que siendo nuestro sector de hidrocarburos, uno de los más importantes del mundo, nos hemos convertido en una nación importadora de combustibles y de gas natural. Esta dependencia se originó a raíz de la crisis 81-82, PEMEX dejó de ser considerado como el abastecedor de crudo y derivados para el país, y su función pasó a ser la principal fuente de ingresos fiscales para México.
Estos ingresos derivados de la renta petrolera, fueron el sustituto de una reforma fiscal que gravara en forma adecuada a los grandes contribuyentes. Y, este régimen fiscal para PEMEX, se terminó convirtiendo en un mecanismo indirecto de apropiación privada de la renta petrolera.
Se reforzó la lógica de satisfacer las necesidades fiscales de corto plazo del Gobierno, en lugar de buscar un desarrollo equilibrado de PEMEX, llegándose al extremo de explotar irracionalmente el yacimiento que más producción de petróleo nos dio, que fue el área de Cantarell. Al tiempo que se abandonaba la inversión en refinería y petroquímica.
La entrega del sector energético a los intereses privados, fue una claudicación del Estado mexicano, derivada de poner los objetivos rentistas de corto plazo, por encima de la planeación de largo plazo del desarrollo nacional.
Posteriormente, con la entrada en vigor de la Reforma Energética, en el año de 2014, de manera paulatina diversas áreas del sector energético mexicano se fueron dejando en manos de la iniciativa privada, con la expectativa de crear una mayor competencia, mejor oferta y mejores precios.
La esencia de la apertura del sector energético a la iniciativa privada, es correcta, ya que persigue el objetivo de un mejor acceso a la energía. Sin embargo, el abandono deliberado de la industria nacional del Estado, fue una verdadera traición al país.
Si bien se requiere de la inversión privada para el desarrollo del sector energético, no se puede destruir el patrimonio industrial del país; pues en ningún lugar del mundo se observa una política irracional para acabar con sus operadores y la infraestructura energética en la energía.
El resultado de estas políticas de las últimas Administraciones, ha sido un creciente déficit comercial y la pérdida de seguridad energética.
Derivado de lo anterior, el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, persigue equilibrar la participación de los diversos actores del sector energético, tanto públicos como privados; pues se busca regular y ordenar la participación de los privados en las inversiones e infraestructura, sin poner en entredicho la viabilidad de las empresas nacionales y de las mismas inversiones privadas.
Otro de los objetivos que se persigue, es detener el deliberado deterioro de las empresas nacionales, PEMEX y CFE, para que estas empresas garanticen el abasto seguro de combustibles y energía.
Se pretende también impulsar la transición energética, reivindicando la soberanía nacional sobre los recursos petroleros, consolidar la rectoría estatal del sector eléctrico, fortalecer a PEMEX y a la CFE como empresas públicas y dar certeza a la inversión privada complementaria. Se necesita de una gran determinación de parte del Estado.
En este esfuerzo, acompañamos hoy a la Secretaria de Energía, Rocío Nahle García, pues es a ella a quien se encargó tan importante tarea por el Presidente López Obrador, el equilibrar, no estar en contra de las energías de la inversión privada; sino buscar el equilibrio primero de los intereses del Estado como prioridad y luego, los intereses particulares o privados, pero no querer prescindir de ellos.
Se requiere toda la inversión privada necesaria, nacional y extranjera, pero acorde y siempre respetando el interés nacional y no el interés particular.
Muchas gracias.