Grupo Parlamentario MORENA, LXVI Legislatura

Versión estenográfica del Acto de Conmemoración Anual en memoria de las Víctimas del Holocausto y en Recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar, llevado a cabo en el Auditorio Octavio Paz del Senado de la República

SENADOR RICARDO MONREAL: Muchas gracias.

 

Quisiera en este acto conmemorativo, anual, en memoria de las víctimas del holocausto y en recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar, expresarles la más cordial bienvenida a todos.

 

Saludo con gusto a nuestros distinguidos invitados.

 

Al embajador Zvi Itzhak, de Israel.

Al embajador Peter Tempel, de Alemania.

Al embajador de Polonia, Maciej Zietara.

Al subsecretario de Relaciones Exteriores, Julián Ventura.

A nuestro amigo Marco, que hoy me complace volverme a reencontrar con él.

 

A los representantes de toda la comunidad judía. A los alumnos también, de las escuelas judías.

 

A todos, sean muy bienvenidos al Senado de la República.

 

También a mis compañeros senadores y senadoras que hoy me acompañan aquí, en este evento. Y, a todos los saludamos con aprecio.

 

Este evento, que se ha venido realizando sistemáticamente en la Cámara de Senadores, todos los meses de enero, desde el año 2011, tienen para mí un particular significado.

 

Como algunos de ustedes, la propia familia sabrá, he sido senador en varias oportunidades. Durante la vigésima primera Legislatura, la Sexagésima Primera, el 9 de septiembre del 2010, el Pleno aprobó por unanimidad un acuerdo que presenté ante la Junta de Coordinación Política para que cada 27 de enero, a partir del año 2011, se realizara en el Senado de la República una ceremonia de conmemoración en memoria de las víctimas del holocausto y en recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar.

 

México puede sentirse muy lejos de Europa, de la guerra y de los horrores del holocausto. Pero la realidad es que nunca hemos estado tan alejados, al inicio del siglo XX, cuando el antisemitismo le ganó terreno a la empatía y la intolerancia; tomó las calles de muchas ciudades europeas; comenzó la inmigración judía a México.

 

Valientes, aventurados, desesperados, soñadores por igual dejaron en Europa a sus familias por un tiempo, que se extendió a la eternidad.

 

Algunos nunca pudieron volver, algunos otros se reencontraron con sus seres queridos, algunos más tampoco volvieron a verlos porque perdieron la vida en el holocausto.

 

Están también quienes escaparon de una Europa en llamas, por la valiente obra del diplomático don Gilberto Bosques, quien fue responsable del rescate de miles de refugiados, incluyendo a judíos, franceses y a republicanos españoles.

 

Don Gilberto Bosques permitió que miles esquivaran la muerte, asumiendo riesgos a su persona y para su familia, que hoy aquí reconocemos por su coraje, su entereza y la humanidad que representa.

 

Cuando aquellos migrantes se establecen en México, cuando forman sus familias y arraigan sus cariños aquí, el holocausto necesariamente pasa de ser su tragedia, su dolor y su recuerdo, a un recuerdo que nunca debe soslayarse ni olvidarse en las mentes de todos.

 

Por ende, hacer justicia histórica mediante la memoria, también pasó a ser responsabilidad nuestra escucharles en este sitio, apreciarles; y esto implica un reconocimiento institucional y gubernamental. Implica también transformar esta situación y este estatus quo que nunca debe olvidarse.

 

El holocausto es parte de la historia de la humanidad, es una tragedia y así debemos reaccionar frente a los horrores de ella.

 

Hoy, reafirmo la importancia de que estemos reunidos en el Senado.

 

Este es un espacio de pluralidad, que reúne a las fuerzas políticas interlocutoras de los 135 millones de mexicanos y mexicanas que habitan nuestro país.

 

Asimismo, en el Senado se trabaja y se dialoga con los representantes del Poder Ejecutivo y el Judicial, y simultáneamente tenemos el honor de ser supervisores de la política exterior, lo cual implica continuar expandiendo nuestros lazos al mundo y recibiendo el mundo en nuestras casas.

 

Todos, sin importar ideología, partido, credo o religión, repudiamos el autoritarismo, la xenofobia, el antisemitismo, la homofobia, el odio, la indiferencia, que permitieron las atrocidades cometidas en Europa el siglo pasado.

 

Todos alzamos una voz, una voz inquebrantable por la defensa y la salvaguarda de los derechos humanos.

 

Por eso recordamos, un día como hoy, 27 de enero de 1945, se llevó a cabo la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, tras ser sitio de la tortura y asesinato de más de un millón de personas.

 

Ese día, acabó con un mundo y comenzó otro.

 

Ese día, la inocencia que permitía la ignorancia, fue obliterada, después de que aquellas rejas emanaran los ensordecedores relatos de sufrimiento y esperanza.

 

La duda sobre el por qué y cómo fue, en su momento ha sido contestada por los campos, los trenes, las oficinas, la papelería y los uniformes.

 

Parte de la verdad tuvo que emerger en silencio, ante la desaparición de tantas víctimas.

 

Recuerdo lo que escriba Hannah Arendt, filósofa alemana que obtuvo, salvo conducto, gracias a Gilberto Bosques. Nos otorga la reflexión más atinada al respecto, al referirse a toda la estructura burocrática que permitió aquella masacre como la banalidad del mal.

 

El mundo cambió, porque al tiempo que quedó expuesta esa banalidad y la capacidad humana para ejercer crueldad y sistematizar la violencia, también quedó claro que existe en nosotros una fortaleza imbatible que puede sanar, reparar y volver a empezar.

 

Alemania y Polonia son prueba de esa resiliencia, mientras que Israel es evidencia de la promesa que traen consigo los nuevos comienzos.

 

Lo que no se nombra no existe y las palabras de quienes fueron testigos de estos horrores deben ser escuchadas. Las voces que sean necesarias en los espacios donde puede manifestarse su urgencia, la urgencia de un sobreviviente, hace 75 años es la misma que la de sus descendientes y la de todas las personas que han sido tocadas por ese infierno.

 

Que esto nunca se repita.

 

Justamente por eso es que deben ser los lugares de injerencia y de poder, los recintos institucionales y gubernamentales, los que recuerden y los que no permitan que el olvido llegue. Es aquí donde podemos y queremos hacerlo.

 

Me complace decir que hay coincidencia en los 128 integrantes de este Legislativo en la convicción inquebrantable de que todos tenemos la responsabilidad diaria de defender los derechos humanos, la paz y, sobre todo, de continuar siendo una institución solidaria que represente de manera honrosa el pueblo de México.

 

En esta Décima Ceremonia con motivo del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en recuerdo de don Gilberto Bósquez Saldívar, le refrendamos el compromiso de todos nosotros de no dar un paso atrás.

 

Quiero además felicitarlos a todos. Aquí hay muchos conocidos y muchos amigos. Tengo una muy buena relación con la comunidad desde hace muchos años, conozco a muchos de sus miembros conozco su honorabilidad y su amor por México.

 

Y por eso hoy que recordamos a don Gilberto Bosques quisiera a todos darle la seguridad que son el Senado bienvenidos y que siempre estaremos a la altura de las circunstancias.

 

Me alegra mucho compartir este presídium, ver a muchos amigos, a muchas amigas con las que en el tiempo hemos compartido por diferentes tareas, diversas tareas.

 

Y hoy que conmemoramos este día quisiera que nunca se olvidara. A todos nuestros respetos, bienvenidas y bienvenidos y más tarde escucharán también a uno de nuestros senadores tocar el piano, al gran Héctor Vasconcelos, que se une a este evento conmemorativo que nunca debe de olvidarse.

 

Saludos.

 

Bienvenidas y bienvenidos.

 

PRESENTADORA: Agradecemos su mensaje, senador Monreal.

 

Invitamos ahora al excelentísimo señor Maciej Zietara, embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Polonia en México, hacer uso de la palabra.

 

EMBAJADOR MACIEJ TADEUSZ ZIETARA: Muchísimas gracias, muy buenos días.

 

Señor senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política; señor Gilberto Bosques Tistler; señor Marcos Shabot Sonana, presidente del Comité Central de la Comunidad Judía de México; señor Julián Ventura, subsecretario de Relaciones Exteriores; estimados colegas embajadores, amigas y amigos.

 

Muchísimas gracias por esta oportunidad de poder dirigirles unas palabras.

 

Pensando en el Holocausto uno se enfrenta a un horror incomprensible. El Holocausto socavó los fundamentos de nuestra civilización.

 

Como sostenía Hannah Arendt, citada por el senador Ricardo Monreal, los perpetradores de los crímenes no eran en su mayoría monstruos o fanáticos, sino personas comunes y corrientes, a ratos padres de familia y hasta amantes del arte.

 

Su participación en el holocausto era posible gracias a la deshumanización de las víctimas, judíos, sinti, roma, pero también personas discapacitadas, enfermas, homosexuales, todos los que el régimen nazi consideró inútiles en la construcción de la sociedad perfecta de los súper hombres.

 

Los judíos habían llegado a Polonia en la edad media. A lo largo de los siglos XV y XVI recibieron ciertos privilegios que les permitieron fortalecer sus comunidades.

 

Desde aquella época hasta la Segunda Guerra Mundial, la cultura judía se desarrolló en Polonia en sus múltiples facetas.

 

Entre numerosos personajes, judíos, polacos, que marcaron la historia, vale la pena nombrar a los escritores Isaac Bashevis Singer y Bruno Schulz, al pianista Arthur Rubinstein; al violinista avecindado en México, Henryk Szeryng, o al director de teatro polaco-mexicano, Ludwik Margules.

 

La vida de los judíos en Polonia no estuvo exenta de problemas y tensiones con los polacos y otras naciones que habitaban el país.

 

No obstante, no cabe duda de que, en 1939, en vísperas de la guerra, la comunidad, de tres millones y medio de judíos era fuerte, vibrante y constituía una parte esencial de la sociedad polaca.

 

Sólo una pequeña parte de esta gran comunidad logró sobrevivir el horror, los campos de exterminio fueron establecidos principalmente en el territorio polaco, ocupado por los nazis.

 

Las instituciones del estado clandestino polaco, o como suele decirse, de la resistencia, intentaron ayudar a los judíos, creando, en 1942, el Consejo de Ayuda a los Judíos.

 

Gracias a su labor, alrededor de 50 mil judíos recibieron refugio y documentos. Hay que recalcar que, en la Polonia ocupada, cada forma de ayuda a los judíos era castigada por el invasor nazi con pena de muerte.

 

Entre los polacos hubo también personas infames que denunciaban a los judíos, cometían crímenes en contra de sus hermanos judíos.

 

Como lo plantea el escrito judío-polaco Henrik Grinberg, debemos ser guardianes de la memoria de las víctimas, y es lo que intenta hacer la historia polaca, prácticamente desde los años 40, cuando se establecieron los museos de Auschwitz Birkenau y Majdanek.

 

El Instituto Judío Histórico, con sede en Varsovia, posee uno de los archivos más importantes para la investigación de Lazkua. De igual manera, el estado polaco apoya la conservación del patrimonio histórico judío de sinagogas y cementerios.

 

Polonia condena el antisemitismo y se opone a cualquier clase de negacionismo. El uso de los símbolos nazis es un delito tipificado en el código penal. La enseñanza sobre el holocausto es parte del currículum escolar.

 

Como ha dicho el Presidente de Polonia, sin duda, -abro comillas- “la conmemoración de Lazkua debería ser un elemento imprescindible y permanente de una educación para la paz, una narración que penetre en los corazones, rompe las barreras de perjuicios, divisiones y odios, una lección de cómo mostrar la empatía y ayuda a las personas más vulnerables.

 

Muchas gracias por su atención.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias, Embajador Ziętara.

 

Corresponde ahora escuchar el mensaje del Excelentísimo Señor Peter Tempel, embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Federal de Alemania en México.

 

EMBAJADOR PETER TEMPEL: Buenos días.

 

Señor Presidente de la Junta de Coordinación Política, apreciado doctor Monreal Ávila.

 

Senadores y senadoras.

 

Estimados colegas del cuerpo diplomático, embajador Zvi Itzhak, embajador Maciej Zietara. Apreciados, distinguidos miembros del presídium.

 

Saludo al arquitecto Marcos Shabot Zonana, presidente de la Comunidad Judía.

 

Subsecretario Ventura.

 

Es un honor y una ocasión especial para mí poder participar en este evento el día de hoy. Le doy las gracias al Senado por haberme invitado.

 

Nuestra conmemoración de hoy considera dos partes de la historia. Por un lado, las víctimas y los crímenes de los cuales fueron responsables los alemanes; y por otra parte, la valentía, la visión, la humanidad y la grandeza de carácter de don Gilberto Bosques Saldívar.

 

Mientras que una parte debe permanecer como una constante advertencia para nosotros, la otra debe servirnos de ejemplo para el futuro.

 

El pasado viernes, los embajadores Itzhak, Zietara, el embajador de Estados Unidos y algunos otros, asistimos a un acto de conmemoración que nos conmovió de una forma muy importante. El Colegio Israelita en México nos invitó a un asombroso evento; al que también asistieron alumnas y alumnos de los colegios alemanes en México.

 

Esto constituye en sí mismo, una señal de que los descendientes de víctimas como de perpetradores, pueden conmemorar juntos su pasado. Y ese es un hecho muy importante.

 

La memoria de estos actos de horror nunca debemos olvidar, que nunca jamás se repita este horror.

 

Setenta y cinco años después del holocausto, las comunidades judías en Alemania cuentan con una población de más de 100 mil personas; es un gran regalo que las judías y los judíos vean actualmente Alemania como su hogar. La vida judía es parte de nuestra cultura y de nuestra identidad.

 

Promover y proteger la diversidad de la vida judía es nuestra responsabilidad y nuestro mandato.

 

El antisemitismo no se da únicamente en contra de los judíos: es una expresión de una visión del mundo extremadamente antidemocrática que representa un peligro para toda la democracia.

 

El núcleo de la lucha contra el antisemitismo es la protección de los valores fundamentales y de la objeción social. Proteger la vida judía y combatir el antisemitismo con toda firmeza, son prioridades del gobierno federal de Alemania y una de sus preocupaciones centrales.

 

En particular, la expansión de la labor preventiva en temas de extremismo de derecha, antisemitismo y racismo; y la intensificación de la lucha contra la incitación al odio y la difamación en las redes sociales son pasos importantes.

 

En este contexto, es importante desarrollar una cultura del recuerdo, que también tenga un sustento en el futuro. Por ello, el enfoque del programa “La juventud recuerda”, promovido por el gobierno alemán, es apoyar al antisemitismo, al antigitanismo, la homofobia y otras formas de misantropía en contra de grupos.

 

Durante nuestra presidencia en el Consejo de la Unión Europea, a partir de julio de este año, queremos fortalecer la cooperación europea en la lucha contra el antisemitismo. Y a partir de marzo, Alemania asumirá por un año la presidencia de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, IHRA, por sus siglas en inglés.

 

La IHRA es el foro de la comunidad internacional dedicado a la memoria del holocausto y a la colaboración internacional dirigida a la conmemoración, la investigación y la enseñanza del holocausto.

 

Actualmente, la IHRA cuenta con 35 estados miembros, la mayoría de ellos europeos; evidentemente Israel, pero otros, como Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia.

 

Todos ellos se han comprometido a preservar la herencia histórica y a combatir la distorsión del holocausto.

 

Lo particular de este objetivo, es la sinergia entre los representantes de gobiernos, expertas, expertos que trabajan en monumentos conmemorativos, museos, universidades y organizaciones no gubernamentales.

 

Es importante desarrollar un entendimiento transnacional de nuestro pasado, sobre todo de su lado oscuro, pero así poder construir un futuro más próspero para las siguientes generaciones.

 

Estoy agradecido de que contamos con el apoyo de México y sus instituciones en esta tarea, y en la asociación de esta responsabilidad política.

 

Gilberto Bosques es, en ese sentido, un ejemplo luminoso para todos nosotros.

 

Muchas gracias por su atención.

 

PRESENTADORA: Es momento de escuchar al excelentísimo señor Zvi Itzhak, embajador extraordinario y plenipotenciario del Estado de Israel en México.

 

EMBAJADOR ZVI ITZHAK TAL: Senador, Ricardo Monreal Ávila, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República;

 

Presidente del Comité Central, querido arquitecto Marcos Shabot.

 

Colegas embajadores; señor Gilberto Bosques; senadoras, senadores; representantes de la comunidad judía, alumnos y alumnas de escuelas judías; estimados invitados.

 

El 27 de enero de 1945, la División 322 de Rifles del Ejército Soviético, entró al campo de exterminio de Auschwitz.

 

Iván (inaudible), un joven teniente de 21 años describió muchos años después lo que había visto y percibido.

 

“Fue duro haberlos visto entonces, recuerdo sus rostros, especialmente sus ojos que traicionaban su prueba. Los vimos demacrados, torturados, gentes empobrecidas. Podríamos decir, desde sus ojos, que estaban felices de haber sido salvados de este infierno”.

 

Este fue el caso para los 700 sobrevivientes que se encontraron con soldados del Ejército Rojo; pero para el 1.1 millón de personas muertas en Auschwitz, de las cuales 960 mil eran judías; y para los cinco millones de judíos adicionales, y muchas, muchas, muchas otras víctimas en ese enorme sistema de exterminio y concentración de la Alemania nazi, las fuerzas aliadas llegaron muy tarde, demasiado tarde.

 

El Primer Ministro (inaudible) al referirse en el (inaudible) holocausto (inaudible) este 23 de enero ha dicho: “Para muchos, Auschwitz es el último símbolo del mal, ciertamente es. Los brazos tatuados de aquellos que pasaron a través de sus enormes puertas, la pila de zapatos y anteojos arrancados de los desechados en sus momentos finales, las cámaras de gas y los crematorios que convirtieron a millones en cenizas, todos ellos son testigos de las horríficas profundidades donde la humanidad puede ahogarse. Pero para el pueblo judío, Auschwitz es el último símbolo de la impotencia judía; es la culminación de lo que puede suceder cuando nuestro pueblo no tiene voz, ni tierra ni refugio”.

 

El famoso dramaturgo alemán Bertolt Brecht, en su obra de 1941, “La resistible ascensión de Arturo Ui”, utiliza la metáfora el viento aún es fértil, de donde surge la bestia asquerosa, como un aviso referente al recurrente fenómenos de antisemitismo e intolerancia.

 

El pueblo judío es un pueblo que recuerda, dicho del presidente Rivlin en la ceremonia oficial que marcó el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau el 23 de enero.

 

Recordamos, continuó, este sentido de superioridad al no revolcarse en la memoria de los horrores o un sentido de autojustificación, recordamos porque sabemos que, al no recordar la historia, tiende a repetirse.

 

No sólo seres humanos fueron destruidos en los que mató Auschwitz. La dignidad humana, la libertad y solidaridad también ascendieron como humo por el crematorio y enfatizando, seamos claros, el antisemitismo no se detiene con los judíos.

 

Antisemitismo y racismo son una enfermedad maligna que destruye y aparta sociedad desde adentro y ninguna sociedad y ninguna democracia es inmune.

 

En la cena oficial que el presidente Rivlin ofreció en honor de los líderes mundiales que se reunieron en este foro, una noche antes declaró: En tiempos en que más y más sobrevivientes nos dejan, este encuentro es una expresión de nuestro mutuo compromiso de transmitir los hechos históricos y las lecciones a las futuras generaciones.

 

Afortunadamente México es un refugio seguro para la comunidad judía, una isla de tranquilidad en un mundo tumultuosa, donde el antisemitismo está creciendo, pero no debemos ser complacientes.

 

La vigilancia es requerida. Tanto jóvenes como adultos que se disfrazan de Adolfo Hitler han aparecido aquí y allá. Si es acerca de nostalgia, las autoridades legales correspondientes tienen las herramientas necesarias para lidiar con ello. Sí es resultado de la ignorancia, la sociedad tiene el deber de transmitir las lecciones de la historia a cada individuo.

 

“El futuro recae en las decisiones que tomamos, especialmente en aquellas que hacemos en conjunto como naciones y países –dijo el presidente Divlin– espero y rezo por que los líderes del mundo se mantengan unidos en la lucha en contra del racismo, el antisemitismo y el extremismo, en defender la democracia y los valores democráticos”, añadió.

 

En el mismo espíritu el primer ministro (inaudible) finalizó su mensaje diciendo “nunca jamás”, no será un slogan vacío, sino un eterno llamado a la acción. Que la memoria de nuestros hermanos y hermanas, víctimas del Holocausto y aquellos que libraron la guerra contra el nazismo, así como los justos entre las naciones siempre se mantengan grabados en nuestros corazones.

 

Gracias.

 

PRESENTADORA: Solicitamos ahora al arquitecto Marcos Shabot Zonana, presidente del Comité Central de la Comunidad Judía en México, nos dirija su mensaje.

 

ARQUITECTO MARCOS SHABOT ZONANA: Buenos días a todos.

 

Senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, buen amigo personal y mejor amigo de la comunidad.

 

Maestra Alicia Chelinsky, coordinadora general del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República.

 

Saludo respetuosamente a los excelentísimos embajadores de Polonia y Alemania, señores Maciej Zietara y Peter Tempel, así como mi amigo, el embajador de Israel en México, Zvi Tal.

 

Señor Julián Ventura, subsecretario de Relaciones Exteriores; señores senadores y senadoras que nos acompañan este día.

 

Maciej Tadeusz Ziętara, y Heinz-Peter Tempel, así como a mi amigo, el Embajador de Israel en México.

 

Señor Julián Ventura, Subsecretario, Subsecretario de Relaciones Exteriores.

 

Señores senadores y senadoras que nos acompañan este día.

 

Ante todo, queremos agradecer al Senado de la República por conmemorar, cada año, el Día Internacional de la Recordación de las Víctimas del Holocausto, así como por la invitación a participar en este evento, al que nos sumamos con el respeto que merece la ocasión.

 

Queremos reconocer, también, el valor y la decisión de hombres, como Don Gilberto Bosques, quien otorgó visas para salvar a muchos judíos y otros refugiados en el Consulado de Marsella.

 

Hoy, hace 75 años, las fuerzas aliadas liberaron el campo de concentración y exterminio de Auschwitz Birkenau. A pesar de que los soldados ya habían escuchado testimonios de lo que estaba sucediendo ahí, no podían dar crédito a lo que encontraron. Decir que se trataba de un campo de exterminio, que fue una forma diplomática de describir lo que ahí pasó.

 

Fue una verdadera industria de la muerte, un genocidio sistematizado, que asesinó a un tercio de la población judía mundial de aquel entonces, un millón y medio de niños murieron en ese momento, y que arrasó con toda persona y grupo, que era juzgado diferente al ideario nazi.

 

A pesar de lo dramático e impactante que fue este gran genocidio, hoy, vuelven a surgir voces que legan la existencia de este hecho.

 

En el mundo, líderes de países autoritarios y pseudointelectuales revisionistas de la historia, tratan de negar esta verdad, y yo me pregunto: cómo es posible que quieran negar un hecho histórico documentado por miles y miles de documentos, muchos de ellos de los perpetradores nazis, mismos que dentro de su sistema metódico guardaron y documentaron en archivos fotografías, e incluso películas de todas estas matanzas.

 

Apenas han pasado 75 años de estos terribles hechos y volvemos a ver, con tristeza, que no se ha aprendido la lección de la historia, las voces y actos antisemitas resurgen en el mundo, agresiones físicas y verbales se multiplicaron en 2019 en Europa, Latinoamérica, Estados Unidos y Australia.

 

Decenas de muertos y centenas de heridos judíos, ha sido el resultado de los embates del nuevo antisemitismo y las autoridades se han visto rebasadas por esas acciones.

 

Desde hace años, hemos insistido que buena parte de la incitación a estos actos proviene de las redes sociales, donde amparados por el anonimato, se emiten textos que promueven la agresión contra grupos fácilmente identificables.

 

Entendemos y siempre hemos trabajado y nos hemos pronunciado, a favor de la libertad de expresión, pero ésta termina cuando afecta los derechos de terceros, especialmente a través de mensajes de odio y de incitación a la violencia.

 

La Resolución 60/7 de las Naciones Unidas, además de declarar el 27 de enero como el Día para Conmemorar a las Víctimas, establece que cada país del orbe debe incluir, en su currícula escolar, el estudio de esta página obscura de la humanidad y aprender de ella para que futuras generaciones conozcan del peligro que implica la intolerancia y la discriminación. Esta es la parte medular de la Resolución.

 

Sin duda, hacer este tipo de conmemoraciones es importante para mantener la memoria de lo sucedido, pero la educación es la base para eliminar los prejuicios y con ello el fomento al odio, a los que nos parecen diferentes.

 

Es tiempo de que cada país del mundo, como parte integral de sus estudios, incluya el estudio del holocausto, que aprendan cómo la intolerancia y la discriminación llevan las peores prácticas de los seres humanos y los vuelven unos contra otros.

 

Debemos promover una educación fundamentada en el derecho a la diferencia y a la discrepancia, en la diversidad cultural y étnica, como fuente de riqueza y la defensa de los derechos humanos.

 

Mientras mantengamos en nuestra memoria las tragedias del holocausto, mientras levantemos la voz para recordar el peligro que representan las corrientes totalitarias del momento y mientras haya personas de bien, que se hagan eco de estas preocupaciones, continuaremos diciendo con orgullo y con fuerza: “nunca jamás”.

 

PRESENTADORA: Agradeciendo sus mensajes, concluimos así la primera parte del Acto de la Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en Recuerdo de Don Gilberto Bosques Saldívar.