A partir de la crisis de 1982, el Estado mexicano modificó el lugar de Petróleos Mexicanos en el modelo de desarrollo económico. De ser el ente responsable de asegurar el abasto interno de hidrocarburos y derivados; Pemex pasó a ser la principal fuente de ingresos fiscales del Estado, lo que llevó a privilegiar los criterios cortoplacistas encaminados a la maximización de la producción de petróleo crudo, en sus decisiones de inversión. Esto ha traído como consecuencia la integración energética subordinada de nuestro país al área de América del Norte; así como una creciente dependencia, que se volvió franca vulnerabilidad en materia de gas natural, gas LP, petroquímicos, gasolinas y diesel.
El Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, recibió casi en bancarrota a Pemex, con una deuda de más de 100 mil millones de dólares, fruto de un asfixiante régimen fiscal que le extrae más del 100% de su rendimiento de operación, obligándola a endeudarse solo para pagar impuestos.
La oportunidad histórica de fortalecer el sector petrolero nacional se sacrificó en el altar de la incapacidad recaudatoria del Estado. De acuerdo al Banco Mundial, la renta petrolera le significó al país, el extraordinario monto de 700,000 millones de dólares, entre el año 2000 y el 2016. Tan solo en el sexenio de Felipe Calderón, Pemex le entregó al fisco 4.36 billones de pesos, equivalentes al doble de su deuda actual en dólares.
Frente a estos antecedentes, la política energética del Presidente Andrés Manuel López Obrador, en materia petrolera, tiene como propósito acabar con nuestra vulnerabilidad y reducir la dependencia energética, consolidando la capacidad productiva de Pemex en hidrocarburos y petrolíferos.
De ahí, que se haya aliviado en algo la carga fiscal de nuestra empresa petrolera; al tiempo que se ha incrementado su presupuesto de inversión. Gracias a ello, se han reactivado los programas de exploración petrolera y de perforación de pozos. Un primer éxito de este respaldo a Pemex, ha sido la obtención de una tasa de restitución de reservas de algo más del 100% a inicios de este año.
Asimismo, se está construyendo una nueva refinería y se rehabilitan las existentes. Tras décadas de abandono del mantenimiento de las seis refinerías del país, hecho deliberadamente por administraciones pasadas, se provocó que el sistema nacional de refinación se encuentre al borde del colapso. México cuenta con una capacidad de refinación comparable a la de Francia, pero fue descuidada. En cambio los franceses aplicaron todos los procesos de mejora en sus plantas de refinación en los últimos veinte años; y hoy producen un volumen de combustibles que es un tercio superior a sus necesidades internas.
En el caso de la refinería de Dos Bocas, es importante subrayar que el actual gobierno tiene como uno de sus objetivos estratégicos, reducir la enorme dependencia que tenemos en materia de combustibles y que, conforme a los parámetros del Consejo Mundial de Energía, nos coloca en una situación de franca
vulnerabilidad. Este Consejo recomienda que los países produzcan al menos el 70% de su demanda de combustibles.
Es decir, que la construcción de nuevos trenes de refinación es necesaria por razones de seguridad energética. La ampliación de la capacidad de producción, la optimización del sistema nacional de refinación y la implementación de medidas de contención de la demanda; disminuirán nuestra vulnerabilidad en materia de combustibles.
¿Cómo puede ser posible que un País con una producción de petróleo de 1.7 millones de barriles diarios y con un sistema de refinación capaz de procesar 1.6 millones de barriles tenga que importar más del 50% del consumo de gasolina y diesel? La Refinería de Dos Bocas tiene todo el sentido como instrumento de seguridad energética.
Reitero: el problema que enfrenta México fue generado por el abandono deliberado de las refinerías en gobiernos anteriores; y muchos de los responsables ahora acusan a la administración actual de quemar combustóleo en las centrales eléctricas de la CFE; olvidando que ellos le crearon ese problema a la Nación, al no reconvertir a tiempo nuestras refinerías.
En síntesis, es indispensable reivindicar una presencia clara del Estado, que refleje adecuadamente la voluntad de hacer de Pemex el eje central del sector petrolero, sin eliminar la presencia ni faltar a los compromisos contractuales con los distintos operadores que se han instalado en México; tal y como se establece en el artículo 27 Constitucional.