Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Señor senador Gerardo Fernández Noroña, presidente de la mesa directiva del Senado de la República; consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral, licenciada Guadalupe Taddei; magistrada Mónica Aralí Soto Fregoso, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; distinguida senadora Marta Lucía Micher Camarena, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género del Senado de la República; senadora Ana Lilia Rivera Rivera, promotora junto con otras senadoras y senadores de esta iniciativa de inscribir la leyenda en el muro de honor del Senado.
Distinguidas senadoras, senadores, amable auditorio, es para mí motivo de honor, como estoy cierta que lo es para todas y todos ustedes, el estar aquí presentes en esta sesión solemne del Senado de la República, en el que se inscribe en el muro de honor la leyenda a las sufragistas que nunca se rindieron ni abandonaron la lucha por la libertad. Celebro el homenaje que se rinde a todas las mujeres que dieron valiente batalla, que levantaron la voz en los albores del siglo XX, a las que antes, a las que le siguieron, para aquellas cuyo nombre ha trascendido en las páginas de nuestra historia, pero también para las que de manera anónima hicieron causa común por la igualdad y libertad que con ella alcanzamos. Esa libertad de ser, de pensar, de expresar nuestras opiniones, de decidir, de participar en la vida pública, de integrar los poderes públicos, de regir los destinos de la nación, todo lo que hoy es una realidad.
Estamos aquí gracias a ellas, que nos dieron voz, que nos dieron presencia. Hoy, 71 años después, las que soñaron y nosotras vivimos, la primera mujer presidenta de la República y un Congreso paritario.
Celebro también que se haya elegido esta fecha para llevar a cabo esta sesión solemne, en memoria precisamente de que fue un 17 de octubre de 1953, en que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que reformó nuestra Constitución para reconocer el derecho de las mujeres a votar y ser votadas, lo que permitió que las primeras se postularan en las elecciones federales que tuvieron lugar dos años después, de las que emanaron las primeras legisladoras que ocuparon una curul en la Cámara de Diputados. No debe pasar por alto que la primera vez que en este muro de honor se reconoce a un grupo de mujeres, ninguna otra las ha precedido en este alto honor.
De ellas, las sufragistas, recibimos un valioso legado, la nobleza de sus ideales, de su lucha, de su dignidad por lograr la igualdad, el respeto y la transformación de las sociedades.
Ellas nos han impulsado a seguir dando voz y presencia a las que aún no la tienen, a las que son víctimas de la desigualdad, de la violencia, a las que carecen de oportunidades.
Por todas las sufragistas, por las mujeres que sufren la desigualdad, seguimos trabajando para alcanzar un México aún más justo, equitativo y en paz.
En este día, con la inscripción en el muro de honor de todas ellas, pasan a formar parte de la memoria colectiva para que su lucha y sus ideales nunca se olviden. Muchas gracias.
Guadalupe Taddei Zavala, Consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral
Buenos días todavía a todos y a todas. Presidente del Senado, muchas gracias por la invitación a participar en esta sesión solemne. Saludo con mucho gusto y respeto a las senadoras que nos acompañan aquí en el presidio, a la ministra Yasmin Esquivel, a la presidenta del Tribunal de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a las personalidades que nos acompañan el día de hoy, entre las que destacan por supuesto todas, pero haré mención de Ernestina Godoy como consejera jurídica de la Presidencia de la República; exministra Amalia García, con todas las que hemos compartido en algún momento algunas travesías en este caminar.
El título de por sí del acuerdo que toma este Senado, el de inscribir en el Muro de Honor la inscripción, valga la redundancia, a las sufragistas que nunca se rindieron ni abandonaron la lucha por la libertad, es de por sí ya sublime. Refleja una lucha inagotable, pero nos convoca también a reflexionar sobre el ayer y sobre el hoy que seguimos enfrentando todas las mujeres mexicanas.
El reconocimiento en una placa en este recinto, por supuesto que habla del esfuerzo y el trabajo que han tenido las mujeres que realizar desde muchos años atrás, pero con gusto digo y celebro que México ha tenido la grandeza de parir mujeres fuertes, mujeres sólidas, mujeres con capacidades, mujeres con un deseo de lucha y de prosperidad para toda la población por igual, y el reflejo está en estas mujeres que nunca se cansaron. Pero seguida de ellas está el trabajo de cientos de madres que creyendo en la posibilidad de que sus hijas pudieran algún día llegar a ser parte de la función pública, de ocupar cargos de altísima dirección, de representación en nuestra república, acudían todos los días a llevar a sus hijas a la escuela, a cuidarlas, a fomentarles el deseo de crecer. Esas mujeres también forman parte, aún cuando y creo que la abarca esta leyenda que se colocará y se revelará el día de hoy en letras de oro, insisto, la frase en sí misma es sublime y nos obliga a reflexionar lo que hoy nos toca a las que estamos en el presente hacer, rehacer, corregir y promover hacia el futuro.
Tenemos cuentas pendientes en el tema de la mujer, sí, ha avanzado la mujer en diferentes áreas de la vida pública en nuestro país, también es verdad. Antes, después de estas conquistas iniciales en que teníamos el sagradísimo derecho de votar, pero también el sagradísimo derecho de ser votadas, vinieron la incorporación de mujeres en diferentes áreas de la vida pública de nuestro país, la ciencia, la educación, la tecnología, la arquitectura, la minería, la ingeniería civil, todas esas fueron materias en donde fueron apareciendo nuestras mujeres mexicanas y que hoy, fruto de todos sus trabajos y desempeños, también tenemos grandes avances en todas las materias. Era muy poco probable encontrarnos médicas en las clínicas, en los centros de salud, en los hospitales, poco a poco fueron incorporándose en las carreras y en la disciplina.
Teníamos enfermeras y teníamos doctores. Hoy tenemos médicas, médicos; enfermeros y enfermeras. Teníamos en la Fuerza Armada de México soldados. Hoy tenemos mujeres que atienden la seguridad de nuestro país también. Teníamos en el desarrollo de la ciencia hombres científicos. Hoy, afortunadamente, una científica, una científica generada en las aulas de nuestras universidades, ocupa la presidencia de la República.
Y así, en diferentes áreas de los trabajos y de las disciplinas de nuestro país, se han ido incorporando mujeres. La minería es una clara expresión del esfuerzo de las mujeres por incidir también en estos trabajos y lo hemos venido logrando.
En 1979 tuvimos la primera gobernadora mujer en nuestro país. Hoy, después de este proceso electoral que acaba de culminar, en donde todos ustedes, mujeres y hombres estamos aquí, tenemos 13 mujeres gobernadoras. Es decir, hemos avanzado. Hoy tenemos un congreso efectivamente paritario.
Y no basta con la paridad aquí en el Congreso. Basta que desde aquí sigamos impulsando nuevas acciones y medidas para las mujeres. Estoy muy convencida, muy convencida, que cuando llegan las mujeres a la política, al poder, a los altos cargos de dirección, claro que se humaniza la función pública. Claro que cambia el sentido de las decisiones.
Agradezco la iniciativa, por supuesto, de la presidenta de la Comisión de Género de este Senado para que este día hoy estemos celebrando esta inscripción en el Muro de Honor de esta alta soberanía.
Hace más de siete décadas, en resumen, comparto con ustedes, las mexicanas conquistamos el derecho esencial de votar y ser votado. Ese logro fue sólo el comienzo de una lucha constante por la igualdad en la vida pública de nuestro país. Desde entonces, las mujeres hemos avanzado con firmeza. Hoy más mujeres gobiernan, ocupan cargos de decisión, participan en las elecciones y hacen escuchar su voz.
Sin embargo, aún enfrentamos desafíos como la falta de equidad en muchas áreas de la vida pública. Este aniversario nos recuerda, a todas y a todos, que la democracia se fortalece cuando todas y todos tienen igualdad de oportunidades, porque la fuerza de una democracia radica en la igualdad y la igualdad se construye con la voz, la participación y el voto de todas las mujeres en México.
Muchas gracias.
Magistrada Mónica Aralí Soto Fregoso, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Muy buenos días a todas y a todos. Saludo con respeto al senador Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República. A la senadora Malú Micher, presidenta de la Comisión de Igualdad en el Senado de la República.Igualmente, a la señora ministra Yasmín Esquivel Mossa, integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A la licenciada Guadalupe Taddei Zavala, consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral. A la senadora Alejandra Barrales y a la senadora Claudia Anaya, con quien tengo el honor de compartir esta mesa.
Saludo también, con afecto y con respeto a los que realizaron en su lucha, que con su sacrificio, su tenacidad y visión abrieron el camino hacia un México más justo, más igualitario y a un México paritario. Hoy jueves 17 de octubre de 2024, como lo hice el pasado 15 de agosto, fecha en la que entregamos la constancia de la presidenta electa de México a la primera mujer, después de 200 años y 65 hombres en el cargo, en esta sesión solemne me dirijo con profundo patriotismo para reiterar que México ha roto el techo de cristal. El pasado 2 de junio, precisamente en la conmemoración del natalicio de Ermila Galindo Acosta, sufragista y defensora revolucionaria de los derechos político-electorales de las mujeres en nuestro país, la ciudadanía materializó que una mujer dirija por los próximos seis años el rumbo del país desde la Presidencia de la República.
Hemos atestiguado un proceso electoral con una participación en igualdad y paridad entre mujeres y hombres, respetando la diversidad, por lo que podemos afirmar que México ha comenzado a desprenderse del piso engomado, aunque seguimos con enormes retos por la construcción de una mejor democracia mexicana, más paritaria y absolutamente libre de violencias. Hoy estos lentes violeta representan también esa lucha y esa visión que la ciudadanía ha tenido al hacer posible que hoy en este Senado de la República, como le señaló el presidente del mismo, haya 51 por ciento de mujeres; que en la Cámara de Diputadas y Diputados, también hay paridad, que en los puestos de toma de decisiones y liderazgos a nivel nacional y en las entidades federativas, hoy tengamos mujeres al frente en las gubernaturas y en el INE, en la Suprema Corte de Justicia, en el tribunal electoral y en otras instancias en donde hace 10, 20, 30, 71 años nunca hubiéramos imaginado.
Por eso me parece un acto de mínima justicia recordar a estas mujeres, en tiempos en donde el silencio era impuesto, alzaron sus voces para exigir su lugar en la democracia.
Fueron mujeres que desafiaron no sólo las normas establecidas, sino también la incomprensión, el escarnio y muchas veces la violencia. Las sufragistas mexicanas nos enseñaron que el derecho a votar no es sólo un privilegio concedido por el Estado, sino un pilar de la democracia humana, que exigió su participación para impulsar los derechos de todas sus congéneres, lo cual implicó grandes esfuerzos, así como afrontar innumerables frustraciones ante la resistencia social y política en las épocas de la lucha sufragista, desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Este acto simboliza la deuda histórica que teníamos como nación con estas luchadoras sociales y políticas, mujeres como Ermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Dolores Jiménez, Amalia González Caballero y otras tantas, cuyo impacto fue fundamental para la construcción de nuestro país, el país que hoy tenemos. Ellas nos dejaron una lección de resiliencia y un legado imborrable que la justicia, la igualdad y la democracia no son conceptos estáticos, sino conquistas que debemos defender constantemente.
Como presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, estoy comprometida a seguir el ejemplo de estas valientes luchadoras, a juzgar con perspectiva de género y en el órgano jurisdiccional que represento, reconocemos que nuestra responsabilidad no sólo es proteger los derechos políticos de las mujeres, sino también avanzar en la consolidación de una democracia sustentada en el principio de igualdad y no discriminación de los derechos humanos, donde todas las voces tengan espacio y ninguna quede excluida por razón de género. Por eso seguiremos trabajando para que nuestro país sea más justo, más igualitario y más paritario.
Nos afianzaremos como una institución que radica la violencia y la violación de los derechos hacia las mujeres y hacia todas las personas. Seguiremos combatiendo frontalmente estereotipos discriminatorios y sexistas que tanto nos afectan a nuestra sociedad y hacen nugatorios los derechos fundamentales. Este día, mientras develamos esta expresión que conmemora las sufragistas mexicanas, también renovamos nuestro compromiso con la igualdad sustantiva.
No podemos descansar hasta que la participación política de las mujeres en todos los niveles sea tan plena, tan libre e igualitaria, tal como lo soñaron ellas. Hoy es importante rememorar el largo camino que se ha recorrido para erradicar una inadecuada práctica histórica que consistía en obstaculizar el camino político de las mujeres. Pasaron 108 años desde la primera vez que se exigió el derecho al sufragio en el Congreso Feminista de Yucatán en 1916, 71 años desde que se logró el reconocimiento al derecho al voto de las mujeres a nivel federal y 69 años desde que votaron por primera vez.
Ese año, 1955, se renovó la Cámara de Diputados y se eligió a las cuatro primeras diputadas de México por elección popular, Remedios, Albertina Ezeta Uribe, Margarita García Flores, Marcelina Galindo Arce y María Guadalupe Urzúa Flores. La necesidad de transitar a una igualdad sustantiva impulsó la inclusión de la paridad de género en todos los cargos de elección popular y elevarla a principio y mandato constitucional. No dudo que esta integración de la Cámara de Senadoras y Senadores consolide también, una vez más, la igualdad plena y sostenga y fortalezca la paridad política de todas y de todos.
Con profunda admiración y gratitud se dedica esta inscripción a las mujeres que nunca se rindieron, que jamás abandonaron la lucha por la libertad y por el pleno ejercicio de sus derechos. Su legado vive en cada voto emitido por una mujer, en cada elección donde ellas deciden participar y liberar.
Que este acto nos inspire a seguir luchando por un México en donde la democracia y la igualdad sean una realidad para todas y todos.
Muchas gracias.