Con el permiso de la mesa,
Senadoras y Senadores:
Sin duda, es un gran honor tomar la tribuna en el acto que hoy nos convoca a nombre de la fracción parlamentaria de Morena, el partido que postuló a la primera mujer Presidenta y Jefa de Estado de este país en 200 años de vida republicana, nuestra querida Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, en cuya representación se ve cristalizada la lucha histórica de aquellas a quien hoy recordamos.
¡Que bellas palabras las que hoy se inscriben para recordar su legado!
¡Y que homenaje tan justo y merecido para Elvia Carrillo Puerto, Margarita Robles, María Ríos Cárdenas y Esther Chapa, ¡entre miles o quizá millones de mexicanas atrevidas y valientes de aquellos tiempos en que ejercer la libertad y buscar la igualdad era sinónimo de la mayor rebeldía!
Si pudiéramos dirigirnos a ellas, además de agradecerles, les diríamos con satisfacción que su esfuerzo valió la pena.
Que no sólo una de las nuestras pudo por fin ser electa para el cargo de mayor responsabilidad política en México, sino que también 22 mujeres han logrado ser gobernadoras en 16 de las 32 entidades federativas; que las últimas legislaturas han tenido presencia preponderante de legisladoras y que han sido miles las electas como diputadas locales, presidentas municipales y alcaldesas; sindicas o regidoras.
Que como consecuencia de las causas que impulsaron con determinación, hoy -al participar en política- las mujeres acreditamos igual o más responsabilidad, capacidad y eficiencia que los hombres en las tareas legislativas, al impartir o procurar justicia; al proponer y ejecutar políticas públicas; o cuando dirigimos instituciones fundamentales porque somos dignas, trabajadoras, buenas administradoras y, sobre todo, honestas y eficientes.
También les diríamos que nos falta mucho por lograr y que no nos rendiremos.
Que su ejemplo, sus palabras e ideales nos han inspirado y lo seguirán haciendo en esta lucha por construir mecanismos de equidad que permitan a las mujeres ejercicios políticos igualitarios y libres de violencia.
Que no claudicaremos en nuestra responsabilidad de representar las demandas de las mujeres indígenas, afrodescendientes, obreras, jefas de familia, profesionistas, artistas, deportista, jóvenes, adultas mayores o migrantes ni en la responsabilidad de seguir trabajando por el reconocimiento y fortalecimiento de sus derechos.
Permítanme para concluir, evocar a la gran feminista duranguense, Hermila Galindo, con las siguientes palabras de su credo político, que considero reflejan fielmente la razón de este acto:
“Creo firmemente, intensamente, que la mujer es digna de mejor suerte que aquella que le han deparado las legislaciones de todas las épocas anteriores a la presente…
Creo que no hay diferencia sustancial entre los cerebros masculinos y femeninos y, por lo tanto, hombres y mujeres pueden, con igual éxito, dedicarse a especulaciones artísticas o científicas, sin que la balanza se incline, de antemano, a alguno de los lados…
Y creo esto, a pesar de que la educación que recibí en mi niñez -arcaica como la que se imparte generalmente a todas las mujeres mexicanas- suponía que la mujer no había nacido, sino para ser objeto de lujo o necesidad; o amante o madre; pero que no debía y que no podía convertirse en un ser útil a la humanidad, saliéndose de la órbita a que la naturaleza la había circunscrito…”
¡Que vivan las mujeres mexicanas de ayer y hoy!
¡Que viva la igualdad de oportunidades!