Señor Presidente, muchas gracias.
Señoras, señores:
Primero y antes que nada, quiero agradecer a todos ustedes la oportunidad que me han dado de entrar en esta competencia.
Es un gran honor, cualquiera que sea el resultado, poder estar ante ustedes. Expresarles lo que yo pienso, lo que yo creo y lo que yo propongo en beneficio de nuestro país.
Muchas, muchas gracias.
Yo quisiera iniciar esta reunión, diciéndoles a ustedes que es muy difícil hacer una propuesta de carácter administrativo y operativo de una institución que no se conoce bien o que no se ha tenido la experiencia de poder trabajar en ella, en los distintos niveles en los que es necesario hacerlo para que realmente pueda uno dar una respuesta.
También es muy difícil no tener los elementos suficientes de juicio sobre lo que está ocurriendo en la seguridad, en la procuración y en la impartición de justicia en este país.
Por eso, yo me quiero tomar unos cuántos minutos muy breves, para presentarles a ustedes un diagnóstico de cuál es la situación en la que se encuentra la procuración de justicia y todos los aspectos de lo que es la seguridad, la procuración y la impartición.
De acuerdo con las informaciones fidedignas del Inegi, en México se cometen más de 33 millones de delitos al año. De esos 33 millones de delitos, un poco menos de dos millones son denunciados.
De esos dos millones, un poco más de 200 mil son consignados, y de ahí una buena parte obtienen alguna sentencia, más o menos razonable.
Quiere decir que estamos manejándonos dentro de un marco de impunidad del 99 por ciento de los delitos que se cometen.
Esa es la realidad en la que nosotros tenemos que enfrentar el cambio de una estructura y de una institución, como es la nueva Fiscalía, y lo que ha sido todo su antecedente de la Procuraduría General de la República.
En ese sentido, también hay algo que creo que es muy importante que lo volvamos a comentar, ya que la Procuraduría, y ahora la Fiscalía, tienen como función la defensa de los valores fundamentales del Estado.
Cuando se analiza cuidadosamente el Código Penal Federal, y cuando se analizan todas las nuevas legislaciones de carácter federal en materia penal, vemos que la función primigenia de la Procuraduría, y ahora de la Fiscalía, es la defensa del patrimonio, de la estabilidad, de las estructuras, de las instituciones del Gobierno y del Estado Mexicano.
A partir de ahí, por supuesto que los delitos que se cometan en materia federal, deben tener una jerarquía, un cuidado y una atención verdaderamente primaria.
En esas circunstancias, la Procuraduría, y lo que ahora es la Fiscalía, no habían tomado con claridad sus funciones. Y les voy a dar a ustedes algunos datos que son realmente muy importantes.
En este momento ya es público, hay más de 300 mil, entre averiguaciones y carpetas que están vivas en las estructuras de esa institución, y que son un ejemplo claro e indudable de la injusticia que hay frente a las víctimas y frente a los ofendidos; 300 mil.
Casi 100 mil mandamientos, entre órdenes de aprehensión y mandamientos judiciales que no se han cumplido.
Y luego vemos que esa gran institución que tiene la función de defender al Estado, a su patrimonio y a todos los mexicanos, el 70 por ciento de sus asuntos son robos de tarjetas de crédito y robos de fluido eléctrico, descuidando en una forma verdaderamente lamentable lo que son los asuntos fundamentales de la República.
En esas circunstancias es en la que se maneja y en la que se trata de obtener una procuración de justicia en este ámbito.
Dentro de esas circunstancias, nosotros debemos de tener un planteamiento. No nada más de buena fe y de voluntad, sino un planteamiento de lógica jurídica, de capacidad tecnológica y de capacidad operativa.
Déjenme darles otro dato, que es también fundamental:
Más del 90 por ciento de todas las carpetas que se están desahogando en este momento en el país, se llevan a cabo en las delegaciones federales. Más del 90 por ciento.
Delegaciones federales que no tienen control verdadero. Que no hay un sistema de evaluación de resultados; que se manejan bajo normas verdaderamente obsoletas.
Y luego vemos que, por supuesto, en una situación de esa naturaleza, pues la mayor parte de los asuntos que son fundamentales, no salen adelante. Y vemos que las proporciones entre sentencias que realmente defienden a las víctimas, ya sea el propio Estado Mexicano, o los particulares en materia federal, pues prácticamente no se ganan.
Y ese es el mundo al que nos vamos a enfrentar con esta nueva ley. Y ese es un mundo que nos obliga a tener una posición moderna, eficiente. De una rendición de cuentas, clara, precisa, en que la gente vuelva realmente a tener confianza en la procuración de justicia.
Si vemos las encuestas de cómo se juzga al Ministerio Público, tanto del fuero común como del fuero federal, es verdaderamente lamentable.
Por eso yo creo que este reto, esta nueva institución que va a nacer de la Procuraduría y que ahora será la Fiscalía, tiene un deber y una obligación de capacidad, de eficiencia, de control, de operación, que no es la tradición de lo que han sido las instituciones de procuración en México. Éste es un verdadero reto.
Nosotros tenemos que tener, pero muy claro, que cuando se inicia una carpeta de investigación, se inicia una responsabilidad frente a una víctima o frente a un ofendido.
Y no puede ser una materia secreta. No puede ser una materia en la que los ofendidos y las víctimas tienen que, prácticamente, ir a pedir o a implorar que se les dé la oportunidad de coadyuvar, de defenderse.
Debe de tener un sentido ciudadano y un sentido de práctica, de ejercicio profesional; y de defensa de los derechos de las víctimas y de los ofendidos, como no lo hemos visto nunca.
La gente tiene miedo de ir ante las agencias del Ministerio Público. La gente tiene miedo de que no saben por qué nunca les llega la justicia.
A ustedes, como representantes de sus comunidades, yo creo que una gran cantidad de las quejas son de carácter judicial, de carácter de procuración o de impartición de justicia y, francamente, uno no recibe la respuesta que se merece.
Si una institución de esta naturaleza no parte de un principio de verdadera rendición de cuentas, no parte de un principio de conocer y apreciar lo que significa ser una víctima o un ofendido en este país, no vamos a sacar adelante ese proyecto.
Por eso yo creo que, en este momento, tenemos una oportunidad de oro, para que nosotros realmente hagamos una propuesta de eficiencia, de resultados, de calidad en el trabajo. Que realmente reivindique, no solamente a la procuración de justicia, sino al propio Estado Mexicano.
Es por eso que, mi propuesta concreta, es realmente tener una seguridad ciudadana, una seguridad institucional. Una procuración de justicia transparente, que rinda cuentas, que trabaje sobre bases técnicas verdaderamente eficientes, y que tenga la oportunidad de volver a ganar el respeto que las instituciones del Estado Mexicano merecen y que todos estamos pidiendo y necesitando.
En ese sentido, creo que la propuesta nuestra -y me queda un minuto- es trabajar sobre estos temas.
Y yo quisiera nada más hacer estas presentaciones para que, si ustedes lo consideran oportuno, pudiéramos bordar sobre los temas. Yo les pudiera dar las respuestas sobre las dudas y sobre los aspectos que más les interesan de esta tarea.
He dedicado muchos años de mi vida, conozco esa institución, desde agente del Ministerio Público hasta ir subiendo poco a poco. Conociendo la institución a través de los años. Y eso, pues me va a permitir darles a ustedes respuestas de alguien que conoce y que se las va a responder de buena fe y con todo el propósito de servir a mi país.
Les agradezco mucho su atención.
Muchas gracias.