Gracias. Muy buenas tardes.
Muchas gracias por recibirme.
Señoras, señores senadores integrantes de la Comisión de Justicia y de otras comisiones del Senado. Muy amables en estar aquí escuchándome.
Perdón, voy a apagar esto porque los periódicos son… Perdón.
Les agradezco mucho su atención, decía, y quiero decirles que para mí es un gran honor estar en esta terna.
Ya se había anunciado desde hace mucho tiempo, pero en la política pasan muchas cosas y hay cambios. Y está bien.
Yo estoy preparado. He estado estudiando, he estado capacitándome, he estado hablando con compañeros. Algunos que fueron colaboradores míos en la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, y otros que están actualmente colaborando en diversas áreas de la procuración de justicia y de la impartición de justicia.
Tengo una idea del programa que desarrollaré siendo Fiscal General, si es que se me concede ese honor. Pero tengo preparado un programa muy general. Necesito la información directa, los datos precisos que han circulado. Pero se necesita estar en el lugar para tener en las manos la información ya depurada y precisa.
Por lo pronto, ustedes, algunos deben haber leído la exposición que hice, lo que se llamó el ensayo para ser admitido. Ahí expuse mis puntos de vista.
Antier, también ante la Comisión de Justicia, volví a exponer algunas ideas, y quizá algunos de ustedes van a escuchar por segunda o tercera vez mis puntos de vista.
En primer lugar, he reiterado algo que me parece fundamental, indispensable, que es que se rescate una característica que tradicionalmente ha tenido el Ministerio Público, y que es su carácter de institución de buena fe.
Lo que he visto, lo que he vivido en mi vida profesional, en mi vida política, es que esa característica del Ministerio Público se ha ido perdiendo paulatinamente. Se ha olvidado y el Ministerio Público cada vez más quedó en descrédito, se fue convirtiendo en una institución de la cual la ciudadanía desconfiaba y desconfía.
Hay que rescatar al Ministerio Público y, por tanto, a la Fiscalía General de la República, que tiene a su cargo al Ministerio Público, que es quien ejercerá la función de Ministerio Público, de acuerdo con la Constitución. Para eso se necesitan varias acciones específicas.
La buena fe no se va a obtener con declaraciones. Hay que demostrar en los hechos y en la actuación diaria de la función, que se merece ese calificativo nuevamente el Ministerio Público y, por tanto, la Fiscalía que va a partir de cero.
Va a quedar liquidada la antigua Procuraduría que tanto se desprestigió. Que fue indebidamente usada en diversas ocasiones para perseguir enemigos o para apoyar amigos. Va a ser sustituida por la Fiscalía.
No significa esto que quienes estén colaborando actualmente en la Procuraduría, automáticamente quedarán fuera.
Hay que hacer un trabajo de selección, de depuración y de capacitación permanente, y también llevar ideas nuevas, frescas, que demuestren en la práctica, pero también en la doctrina, que se sostenga que la Fiscalía es algo diferente a la Procuraduría.
Que es, efectivamente, no un cambio de nombre, sino un cambio esencial de las características de fondo. Y que se requerirán varias cosas y varios principios que se necesitan sustentar con mucha energía, pero también con inteligencia.
No basta tener desplantes declarativos. Hay que trabajar para crear la nueva institución.
En primer lugar, la defensa de los derechos humanos. La promoción de los derechos humanos. Los derechos humanos van a ser el eje conductor del trabajo de la nueva Fiscalía, si es que ustedes tienen a bien y sus colegas senadores, darme este encargo y este cargo tan importante.
Los derechos humanos serán, en esa circunstancia, la columna vertebral del trabajo de la Fiscalía.
¿Qué significa esto? Que se atenderá especialmente a las áreas vulnerables de nuestra colectividad –a quienes pueden ser más propicios y pueden encontrarse más indefensos ante los ataques a los derechos humanos– que son los marginados. Que son los incapacitados, que son los menores de edad, que son las mujeres; que hay una tendencia en muchas partes de nuestra comunidad nacional, a ser propicias de víctimas de delitos específicos.
Especialmente los derechos humanos de todos; especialmente de todos. De estos sectores más vulnerables de la comunidad.
Habrá una Fiscalía específica y tendrá todas las dependencias necesarias para atender los casos de mujeres, de periodistas, de menores, de víctimas de persecución política, de pueblos originarios. Ahí se pondrá el acento en el trabajo de la Fiscalía.
Quiero reiterar que la Fiscalía es por determinación constitucional, autónoma. La autonomía ya no queda al criterio del Procurador o del Fiscal. Será como debe ser el cumplimiento estricto de la Constitución.
Pero quiero decirles que aunque no estuviera ese precepto que ordena y crea la Fiscalía como una institución autónoma, como estudioso del Derecho y como conocedor del Derecho, les digo que la función del Ministerio Público lo debe ser, haya o no disposición legal al respecto.
Fui Procurador de Justicia seis años completos y en esos seis años no hubiera aceptado, pero nunca recibí ni indicaciones, ni encomiendas, ni mucho menos órdenes de quien estaba entonces en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
La autonomía debe ser total. Plena. Es una autonomía de gestión y una autonomía de fondo, de criterio político.
Para la Fiscalía no habrá ni enemigos políticos, ni amigos políticos; habrá plenitud de justicia, de la aplicación de justicia.
Quiero decirles que vamos a darle un énfasis especial a la capacitación. La capacitación no va a ser algo que se inicie en el trabajo de la nueva Fiscalía. Va a correr paralelo con el trabajo.
El Derecho, como dice Couture, va modificándose diariamente. La capacitación debe de ir caminando durante el desarrollo del trabajo de la Fiscalía.
Vamos a ser una Fiscalía que sirva. Que sirva a la comunidad. Que sirva a la justicia. Y que sirva a la verdad.
Muchas gracias.