Señores editores,
The Economist
Probablemente no exista mexicano alguno con mayores vínculos con The Economist que yo. Por lo mismo, creo que para su artículo distorsionador y su infame portada de esta semana, no existe más que un sólo calificativo: outrageous.
¿De cuándo acá The Economist trata de orientar la votación en países independientes? ¿Quién los designó árbitro internacional de elecciones? Sólo que haya sido el sector financiero internacional.
Como sugerí en un texto en esa revista en octubre pasado, es tiempo que The Economist deje de escuchar casi exclusivamente a las élites que han explotado a América Latina durante 500 años, mismas a las que pertenezco por nacimiento, pero ciertamente no por forma de pensar.
Senador Héctor Vasconcelos,
Presidente de la Comisión de
Relaciones Exteriores.
Harvard Class of ’68.
Cambridge University (King’s College) M.A.1973.
P.D. a mi carta de ayer a The Economist: El día que los corresponsales de la revista hablen con mexicanos reales -los que no hablan inglés-, y no sólo con sus antecesores, con algunos intelectuales orgánicos y miembros de Board Rooms, el día que entiendan algo de la historia de México, ese día entenderán el fenómeno López Obrador y la Cuarta Transformación.