Buenas tardes. Muchas gracias.
Quiero agradecerle, en primer término, al presidente del Tribunal Superior de Justicia, al doctor Rafael Guerra, su anfitrionía, su invitación.
También a quienes organizaron el evento y que a su vez, fungen como presentadoras, como analistas de esta pequeña obra. Este es mi libro 22.
Pero déjenme decirles cómo surge la inquietud de escribir sobre el tema de acceso de las mujeres a la justicia:
Hace tiempo, mucho tiempo he venido pugnando por la paridad, por la igualdad, por la perspectiva de género. Hace unos meses, la Asociación de Juezas, que preside Lilia Mónica, que integran muchas de ustedes, me invitaron a presentar una ponencia el año pasado.
De ahí, varias de ustedes, al presentar la ponencia, me pidieron intentar trasladarla a una obra. Es una obra modesta, son apenas cien páginas, y tratan temas de la mayor importancia, que aquí las han descrito con tino y con mucho tino; tanto Blanca, como Maribel, como Lucía.
La igualdad efectiva entre mujeres y hombres, es un desafío aún titánico para el Estado mexicano. A pesar del significativo progreso logrado en la lucha de la igualdad de género; las mujeres continúan enfrentando violencia, discriminación y barreras institucionales para la participación igualitaria en la sociedad.
Las mujeres, las niñas, que representan más de la mitad de la población en México, y por lo tanto también más de la mitad de su potencial; la igualdad de género además de ser un derecho humano fundamental, es pieza clave para lograr sociedades pacíficas, armónicas, incluyentes, basadas en el respeto a la libertad de las personas y el desarrollo sustentable.
Pese al consenso que genera esta idea en todo el mundo, las niñas y las mujeres aún se enfrentan a profundos fenómenos de discriminación y violencia. En muchos países, incluyendo el nuestro, el derecho no ha sido suficientemente apto, dúctil ni veloz para hacer frente a este desafío.
Dentro de este cúmulo de desigualdades, las mujeres se enfrentan, sí, a un fenómeno de justicia selectiva por género. Una realidad enraizada en nuestro sistema judicial, que lamentablemente genera dinámicas profundamente nocivas y disruptivas en el tejido social de México.
En esta tesis, me concentro bastante en el libro, porque es parte de la explicación desde el punto de vista sociológico y cultural que le otorgo a este proceso, que ha sido difícil para las mujeres, pero que han avanzado de manera significativa.
La justicia en condiciones de igualdad, todos y todas estamos obligados a transformar el marco normativo mexicano, aún subyace –repito– la discriminación contra las mujeres. Tanto en el derecho penal como en el derecho civil, persiste la discriminación.
Y persiste también una profunda raigambre discriminatoria en el matrimonio, en la herencia, como aquí lo explicara con claridad Maribel Méndez e incluso en la propiedad, en el ejido, en la comunidad.
En el seno de las propias instituciones públicas, con poder de decisión, las mujeres siguen estando ampliamente infrarrepresentadas. La violencia contra ellas suele prosperar, debido a la inexistencia de leyes, la falta de claridad o los criterios aplicados sin perspectiva de género.
He conocido asuntos tan delicados, que de víctimas pasan a ser acusadas o juzgadas por delitos distintos. En el libro describo un caso que me conmovió.
Al analizar los cinco tipos de justicia, la justicia electoral, la civil, la agraria, la penal; describo por qué razón creo que es necesario profundizar los legisladores y los juzgadores, en esta materia.
Decía Blanca Estela, y decía bien, en toda esta parte en materia civil, cómo está desactualizado el Código Civil y la inexistencia de un Código Civil único; hace que en materia civil persistan aún reminiscencias que generan discriminación.
Quizá en la materia de justicia electoral, es donde se haya avanzado más en los retos frente a las mujeres. Hemos de reconocer, yo fui legislador, la primera ocasión en los 80’s, hace ya bastante tiempo, quizá muchas de ustedes no habían nacido o ya estarían en temprana edad.
Pero en el 80 y tantos, había sólo un porcentaje del 7 u 8 por ciento de mujeres en los Congresos. Ahora, en este momento, la Cámara de Diputados de sus 500 integrantes, hay 241 mujeres, es decir, 48.2 y 259 hombres, 51.9; pero ya se va cerrando la brecha de la paridad.
En el Senado, Cámara a la que pertenecemos varios de los que aquí estamos, ahí son de los 128, 62 mujeres, que representan el 49.2 por ciento, y 65 varones, 50.8 por ciento. Es decir, prácticamente mitad y mitad.
A pesar de esta victoria, porque debo de decir, es una victoria de las mujeres, a veces con la incomprensión de los hombres; es importante que la paridad sea no sólo en el Poder Legislativo, sino en el resto de los poderes y de los Ejecutivos.
Sólo les recuerdo que de los 32 estados del país, 30 son gobernados por hombres y 2 por mujeres: el estado de Sonora y la Ciudad de México. Sólo 2 mujeres, de 32.
En el Poder Judicial es algo similar. De las 11 personas que integran la Corte Superior o la Suprema Corte de Justicia, en este momento son 9 hombres y una mujer. Estamos por decidir la terna, una de las integrantes de la terna, que por fortuna se envió tres mujeres; una de ellas, si se logra la mayoría calificada, que son dos terceras partes del Senado, será quien ocupe el asiento vacante de la ministra de la Corte.
Pero yo les digo un ejemplo, ahora en esta sala, que lleva el nombre de una mujer que tiene historia, por ser la primera, María Lavalle, esta sala así lleva su nombre. Y yo cuando entré, me gustó la sala; no le comenté nada al presidente, pero vi las fotografías de todos los presidentes y sólo una mujer, de como 50 nombres.
Cincuenta, ¿verdad? Atiné. Una mujer, una mujer. No sé cómo se colaría en aquel tiempo, pero era muy complicado.
Así en el Poder Judicial, todavía existen reticencias a que la mujer pueda tener una paridad.
En el Consejo de la Judicatura no tanto, creo que son 33 aquí en el estatal, 34 contra 40 y tantos, ¿no? Ya va más cerca, pero sí es una lucha permanente y que hay que persistir, que no hay que dejar de persistir.
En materia civil, lo describió muy bien Blanca, y en materia agraria también Maribel, que, por cierto, Maribel fue ratificada hace dos días, el jueves pasado, martes ¿no?, jueves. Y me dio mucho gusto porque es una mujer, no sólo inteligente, sino un ejemplo de profesionista, obtuvo la unanimidad de los votos. Es decir, todos los partidos votaron por ella, todos, y todos los votos, no hubo ni una abstención ni un voto en contra de Maribel.
Algunos senadores me dijeron en corto, senadores y senadoras, ¿por qué, senador, en adelante no nos mandan perfiles así? No tendríamos dificultades para aprobarlas.
Déjenme decirles lo que en materia penal sucedió.
Tengo ejemplos, muchos ejemplos en materia familiar, en materia civil, pero en materia penal hubo un asunto que lo describo en el libro, de una señorita que iba saliendo tarde de su trabajo o andaba tarde en su trabajo; un grupo de tres personas la secuestran, la violan, creo iban muy tomados y ella en un descuido de ellos, estaban muy tomados, de uno de ellos se libera y a otro agarra lo que obtuvo ahí, un arma, lo hiere y muere el delincuente, y ella se va y va a presentar la denuncia penal por violación y por privación ilegal de la libertad.
Yo vi el expediente y me dio mucha tristeza, porque no se juzgó con perspectiva de género. Lo primero que le dijeron es: ¿Qué andabas haciendo a esa hora tú?
Y el juez, el juez en la resolución, estigmatizando a la mujer.
Al final, ella fue acusada por homicidio, porque el papá de uno de los delincuentes era influyente, me imagino que sería senador de la anterior legislatura, eran poderosísimos; ahora ya no, porque ya hay menos privilegios.
Pero es acusada y es sentenciada por homicidio, y al ver el expediente te da mucha tristeza, porque uno de los interventores, ministerio público, era mujer.
Como ahora yo veo, hay tres candidatas a ministras de la Corte, para mí son respetables las tres; una de ellas internacionalista, maestra universitaria de la libre de derecho, con experiencia extraordinaria en materia internacional, Loretta Ortiz; otra, la que es todavía presidenta del Tribunal Administrativo de la Ciudad de México, y otra más que fue magistrada en Querétaro.
Y no he visto crítica más despiadada de muchas de las mujeres contra las mujeres. Y dices tú: ¿Cómo? Y se da, entre juezas, entre magistradas, a veces pues dicen que no, pero digo, a veces sí.
Lo que deberían ser es solidarias para intentar ir escalando y ocupando posiciones de privilegio.
¿Por qué? Yo estoy convencido de este tema, porque yo soy testigo de cómo mujeres han tenido que liberarse de, no quiero llamarle yugo, pero de la condición de sometimiento del matrimonio.
Han tenido que trabajar para sostener a su familia, prepararse, ser abogadas, trabajar por cuenta propia, triunfar, a pesar de la estigmatización que contra las mujeres todavía persiste.
Porque si una mujer llega a ser ministra, jueza, ministerio público, secretaria de Estado, gobernadora, dicen: ¿Con quién andaba esta mujer? ¿Quién le ayudó a esta mujer? Pero no dicen: Oye, su capacidad, su talento la llevó a estar donde está. No, no, algo hubo, hay que buscar por dónde, siempre concluye eso, hasta de los cercanos, las envidias de los cercanos: ¿Cómo va a llegar hasta allá, si era como yo? Aquí nació conmigo.
Es la mujer, de verdad, en México ha sido difícil su lucha, pesada, un yugo atrás de ella. Y yo creo que ahora que hay, sé que aquí hay muchos jueces, juezas, magistrados, magistradas, pero hay que acostumbrarnos.
La mujer sí va a ocupar puestos de relevancia, eso es inevitable. Es una dinámica social natural.
En 1980 y tantos, asistí o era partícipe miembro de la UIP, que es la Unión Interparlamentaria Mundial, hace 30 años, entonces se hablaba de cómo poder impulsar a la mujer a puestos de relevancia y de dirección.
Obviamente había una oposición impresionante, en una interparlamentaria mundial, en donde participamos, si mal no recuerdo, 105 países, incluyendo los más en contra, los países árabes, los países asiáticos.
No se aceptaba una recomendación, aunque no fuera obligatoria para los países que pertenecemos a esa unión interparlamentaria, una decisión de ese tipo, de promover leyes de equidad, igualdad, paridad.
Este libro que hoy presentamos, es un libro que pueden leer muy rápido, pero en lo personal, como lo describí, fue producto de una conferencia con juezas; y decidí la editorial, que fue Porrúa, me pidió que si podían publicarlo. Tengo con ellos varios libros y no me opuse.
Está por salir la segunda edición, que viene más completa, con temas incluso más actualizados, pronto lo terminaremos; pero quiero decirles que es un tema, a propósito del 8 de marzo, es un tema clave para el país.
Yo sí creo que en la medida en que atendamos, respetemos a las mujeres, a la familia, el país sí va a cambiar mucho.
Lo comentábamos con Blanca hace rato, cómo en el seno de la familia -ella como es experta en materia familiar- si atiendes, a través de los juzgados de resoluciones orales rápidas y resuelves controversias entre familias con rapidez y de manera cercana a la justicia, o justas, se podrán resolver muchos problemas en el futuro: abandono de familia, de niños que crecen con odio, hay jóvenes que crecen sin orientación correcta. Todo eso me parece que es parte de lo que todos debemos hacer.
Yo quisiera decirles que ojalá y lo compren, porque ustedes sabrán que con la Ley de Prerrogativas de Funcionarios Públicos nos hemos disminuido el salario. Ustedes, los jueces, creo que todavía no, pero en el caso del Senado sí y algo servirá. Me toca parte de las prerrogativas.
Pero déjenme decirles una cosa: yo tengo muy buena opinión del Tribunal de Justicia de la Ciudad de México. Yo fui gobernador y deben creerme, porque los magistrados todavía viven, uno de ellos es ahora de la Judicatura, Felipe Borrego, nunca levanté el teléfono para recomendar asunto alguno, nunca.
Creo en el Poder Judicial, creo en su autonomía, creo en la independencia y le preguntaba al Presidente hace un rato, y cómo les fue de presupuesto y dice, el mismo del año pasado y con una carga de trabajo mayor.
Yo sí creo que debemos enfocar los ojos al Poder Judicial. Sí se requiere una buena sacudida al Poder Judicial Federal y de algunos estados.
Pero se puede hacer con armonía y con una posición de equilibrio. Estaba observando, en efecto, lo que Blanca decía, yo llegué temprano, faltaban 10 minutos para la una y vi las filas enormes en el Juzgado de lo Familiar.
Y, es más, deben de estar aquí algunos, pobrecitos de ustedes porque van a regresar, ahí están las filas y tienen que cumplir con lo que tengan pendiente para cuerdos, que les agradezco mucho.
Yo sé que están aquí porque aquí está el Presidente del Tribunal, no tanto porque presente el libro, pero de todos modos yo s ellos agradezco, porque si no, estaría la sala semivacía y entonces se ve un poco triste.
Pero a todos les agradezco mucho, a todas. Tengo una compañera que lo sabe, Lucy, que es una excelente senadora de Morelos: tenemos una compañera de ella, Lucy y Malú, que yo a veces por lenguaje masculino, pues a todos les pido que estén temprano en la sesión y a todas, a todos y a todas. Tiene razón.
Pero ahora el lenguaje es incluyente y no nos acostumbramos. Yo les platicaba, les traigo una anécdota que mi santa madre, ya murió hace muchos años, pero ella provenía del campo y ella se sentía muy orgullosa cuando se casa.
Ella es Catalina Ávila Alvarado, se casa y su orgullo era haberse quitado su apellido y decían, bueno, pero tú eres Catalina Ávila. No, soy Catalina de Monreal, como un acto de posición, pero natural en el campo.
PO sea, no era ni peyorativo ni despreciativo a su apellido. Simplemente era la acreditación del dominio sobre la mujer. No, yo soy Catalina de Monreal.
Yo, muy temprano, soy de un ejido, mi abuela que quedó viuda, hija de minero y de campesinos, que murió muy joven, tuvo que sacar adelante a su familia y era muy dura, mi abuela Dominga.
Entonces, una vez mi padre me mandó a sembrar con ella y no me pagó nada. Y me dijo, hijo, yo te di indirectamente la vida; pues sí, tiene razón, me debes.
Y le dije, no abuela, es que no es justo. Sabe qué, abuela –yo tendría 10, 11 años– nos vamos a levantar en armas, eso ya no se puede, abuela, usted nos explota.
Y dijo, no hombre, mi hijo, Dios te haga un santo, si no te levantas temprano ¿te vas a levantar en armas? Me dijo, y mi abuela tenía razón.
Decía ella: tiene que haber, no sé si lo vayas a ver tú o tus hijos, me dijo, pero va a haber mayor igualdad entre los hombres y las mujeres. Y nadie le creía, porque pues, en la visión antigua, la mujer en el campo era una subordinación total.
Yo tengo muchos tíos, somo 14 de familia, en mi casa, 14 hermanos, mi madre murió muy joven, pero la visión del hombre del campo era tener hijos para hacerlos peones, para que le ayudaran con las tareas, hijos, no hijas, hijos.
No, las hijas no, cómo las hijas para qué, se las van a llevar. Incluso ¿quién va a estudiar? El hijo. Óigame papá, pero yo también quiero estudiar. No, tú eres mujer, tú no puedes ir a estudiar.
Tú espérate. A ver, el hijo de fulano es el que tiene más tierras, a ver si sales por ahí. Y era un tema, yo lo viví, no me lo contaron, y por eso estoy convencido del acceso de las mujeres a la justicia, estoy convencido, muy convencido.
Y lucho mucho porque, ahora tenemos una –y aquí termino– reforma que estanos impulsando, pero tengo oposición. Una reforma de paridad constitucional.
Estamos elevando a nivel constitucional la paridad en los tres poderes y en organismos autónomos, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, organismos autónomos, estados, municipios, nada más que ayer la íbamos a presentar.
No es fácil, entonces por lo pronto, y es reforma constitucional. Es decir, necesitamos las dos terceras partes, pero queríamos presentarla ayer.
Y nos llamaron de ahí, incluyendo el Poder Judicial, y dijeron, oye Ricardo, es que en el tema del Poder Judicial es más complicado. No, es lo mismo, las resistencias son iguales, vamos a empujar la paridad.
Entonces, estoy en eso, no me van a quitar la idea, pero el hecho de que puedan emitir una opinión es parte de la obligación del legislador antes de emitir una ley, escuchar a todos y es lo que estamos haciendo.
Entonces, está una propuesta de reforma constitucional que eleva a rango constitucional la paridad en todos los poderes. Ojalá y podamos sacarla, no lo sé, porque no tenemos mayoría calificada.
Cada acto tenemos que negociar, cada acto, cada acto. Hoy mismo, ahorita regreso a hablar, porque mañana tenemos la elección de ministras de la Corte y no está fácil, tengo dificultades para una de ellas, digo, para poder sacar mayoría calificada por una de ellas, sin saber quién.
Voy apenas a reunirme con grupos parlamentarios, con senadores, y ver qué están pensando después de la comparecencia, después de la evaluación, qué están pensando, pero ese es nuestro trabajo y lo hacemos con mucho gusto.
Porque sí creo yo que estamos en un cambio de régimen. Yo estoy muy confiado, muy optimista, sé que hay resistencias y hay, incluso, escepticismo por muchos, pero yo sí creo que va a ser para bien del país, de la patria.
Gracias Presidente por la anfitrionía; gracias a Maribel, gracias a Banca, gracias a Lucy, a todos ustedes, a todas, magistrados, magistradas, jueces, juezas, personal y personas que han venido. Vi a mi amigo notario, que vino aquí con su esposa Anita, Alfredo.
A todos, mis respetos y ojalá y puedan leer el libro completo. Es muy rápido, en tres días lo leen, porque es muy corto y porque es muy concreto en estadísticas, cifras, censos, número, que van a poder ubicar con claridad el problema que tenemos en el acceso de las mujeres a la justicia.
Muchas gracias y buenas tardes.